domingo, 28 de noviembre de 2010

El juego de Brasil y Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa y el fútbol: el toque de balón de los brasileños

El Nobel de Literatura fue columnista de El Comercio durante el Mundial España 82. En esta primera entrega recordamos lo que escribió sobre el juego del Brasil de Zico

Lunes 01 de noviembre de 2010 - 01:38 pm
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Zico, el '10' de Brasil en España 82.

Por: Mario Vargas Llosa

Ciertos partidos tienen que ser buenos. Se lo sabe de antemano, no solo por la calidad de los contendores o por la significación del match –lo que este entraña para la tabla de clasificaciones–, sino, sobre todo, porque la atmósfera se ha ido caldeando en torno del futuro encuentro, el que se inicia con una aura estimulante, una energía subterránea, un mandato colectivo que los jugadores deben acatar. La expectativa y la fe de los hinchas contribuyen a que haya esos encuentros que duran, como un viejo amor, en la memoria del aficionado.

Todos sabíamos que el partido Argentina-Brasil sería el verdadero final del campeonato y lo cierto es que ha sido un magnífico encuentro en el que se ha visto jugar fútbol con empeño, pundonor, sin triquiñuelas, con un haz de jugadas brillantísimas y goles para recordar. La derrota de Argentina, aunque previsible, por la trayectoria que han tenido en esta Copa los campeones mundiales, refleja con objetividad el rendimiento de los cuadros en la cancha. Pero esto no debe tomarse como peyorativo para los albicelestes, quienes –-cerrando los ojos sobre algunas violencias inútiles como las faltas de Passarella a Zico y la de Maradona a Batista, cuando el match daba ya las últimas bloqueadas-– fueron unos rivales dignos, y a ratos excelentes, del once brasileño.

Fue una bella tarde, con las tribunas de tope a tope, hirviendo de banderas, maquinitas, hurras y música de bombos y silbatos. En el cielo, un dirigible evolucionaba entre avioncitos monomotores, como una inmensa ballena escoltada por peces pequeñitos y globos verdes y amarillos que reventaban con estruendo. Tuve, por un momento, la sensación de estar en el Brasil y me acordé de la estupefacción y el entusiasmo que sentí, hace ya un cuarto de siglo, la primera vez que asistí a un match en el estadio de Maracaná, en Río, al ver que el espectáculo de las tribunas, ese continuo carnaval, era tan exaltante y contagioso como el césped.

Los pueblos se expresan en las formas inesperadas y disímiles. La creatividad de los peruanos, por ejemplo, se ha volcado extraordinariamente en la cocina, nuestros platos, guisos, salsas, condimentos, ingredientes, revelan una fantasía y una audacia especulativa tanto más sorprendentes cuanto que somos un país pobre, donde mucha gente come mal y alguna no come. Pero aun en las aldeas más insignificantes de la costa, la sierra o la selva del Perú, los vecinos maravillarán al forastero con un orgullo culinario propio, hecho de pequeños inventos, a veces sutilísimas variantes locales de los platos nacionales.

Lo que ocurre en el Perú con la comida ocurre en Brasil con el fútbol. En ese deporte se expresa de manera privilegiada la aptitud creadora de sus gentes, la alegría, la picardía, el ritmo, la sensualidad y la gracia, esas virtudes que están, también, tan vivas y actuantes en su música. He sido siempre un admirador fervoroso del fútbol brasileño, porque es un fútbol que tiene tanto de espectáculo y de rito, de fiestas y de danza, como tiene de deporte. Y, aunque esta tarde, en el estadio barcelonés de Sarria, los discípulos de Telé Santana no jugaron el mejor partido de este campeonato –todavía creo que fue mejor su segundo tiempo contra la Unión Soviética–, el público tuvo ocasión de ver la formidable plasticidad con que ese cuadro se mueve por la cancha, a un ritmo que parece programado por una partitura, y esa combinación tan equilibrada de acción colectiva y jugadas de inspiración individual que permite al fútbol brasileño ser eficaz y preciosista al mismo tiempo.

¿Inventaron los brasileños esa expresión de 'toque' de pelota? En todo caso, es al futbolista brasileño al que se aplica con más justicia. 'Tocar' la pelota se emplea, en la jerga del fútbol, en dos sentidos. En uno, quiere decir recibirla y pasarla al instante, sin demorarse ni un segundo con ella, utilizar el pie, apenas, para desviarla en una dirección que aproveche a la propia. En otro sentido, el verbo designa una manera de llevarse la pelota entre los pies, no pateándola sino 'tocándola', es decir de una manera mucho más leve, suave, afectuosa, flexible, que lo que –en apariencia– pueden hacerlo con los pies.

Pues bien, el futbolista brasileño 'toca' la pelota de un modo inconfundible, al extremo de que no sería fácil identificar a un jugador de ese país, entre otros muchos, por la manera de progresar con el balón. Es una curiosa, extraña, fascinante relación la que parece establecerse entre la pelota y esos pies diestros: una complicidad saltarina, una coquetería rítmica, un entendimiento mágico. Ese 'toque' de pelota fue una de las genialidades de Pelé, y lo es, ahora, de Zico, a quien en el partido contra Argentina, aunque lo vimos fallar varios pases, le aplaudimos también media docena de corridas por el centro con una pelota que parecía prendida a sus pies por una invisible tira plástica. Y hay otra virtud que señalar en el as brasileño: las ganas de jugar, ese ímpetu con que persigue o recobra el balón, ese afán que no es el de un simple futbolista profesional –alguien que se gana la vida, con más o menos talento, pateando una bola– sino el de un hombre con una vocación, profunda para quien el fútbol es una urgencia y un placer al mismo tiempo que un oficio. Confiemos en que la lesión muscular resultante de la falta que sufrió ayer no sea grave, y lo veamos todavía en los partidos que le restan jugar en el Mundial.

Quisiera mencionar a otro jugador brasileño, que, a pesar de su discreta estatura, ayer me hizo el efecto de un gigante: Junior. No me refiero al gol que marcó, limpiamente, sino a su trabajo en la sombra de peón servicial. En un artículo anterior elogié mucho a Ardiles, que también ayer tuvo una valiosa actuación. Junior es un Ardiles, aunque menos serio, más nervioso y alegre. Parece dotado del don milagroso de la ubicuidad, pues uno lo acaba de ver abajo, despojando en una entrada maestra del balón a Maradona, como en la media cancha, atajando un avance enemigo o ideando una ofensiva, como en la puerta del arco contrario, rematando. Son jugadores como Junior, esos obreros sacrificados, los que arman a un cuadro llenando sus huecos, aceitando sus engranajes, galvanizándolo. A estas alturas del Mundial, ya casi no tiene mérito decir que el triunfo del Brasil parece tan inevitable como justo. FIN

LA MIRADA DISTINTA DE MVLL
En el Mundial España 82, las páginas deportivas del diario El Comercio tuvieron como invitado especial a Mario Vargas Llosa. Estas columnas redactadas con sobriedad y deliciosa narrativa vuelven a nuestras páginas a manera de homenaje al premio Nobel de Literatura 2010. Las entrañables columnas de MVLL ahora aparecerán en DT en las contracarátulas de los lunes. No se las pierda.

    Vargas Llosa columnista de; futbol, hincha de la U

    Recuerdos: Mario Vargas Llosa reflexiona sobre una pasión llamada fútbol

    El Nobel de Literatura fue columnista de El Comercio durante el Mundial España 82. En esta segunda entrega escribe sobre el origen del masivo fervor que produce este deporte en todo el planeta

    Lunes 08 de noviembre de 2010 - 08:23 am
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    Por Mario Vargas Llosa

    Al antropólogo brasileño Roberto de Mata le oí explicar hace un par de años, en una brillante conferencia, que la popularidad del fútbol –fenómeno mayor de nuestro tiempo– expresa la vocación innata de los pueblos por la legalidad, la igualdad y la libertad. Su argumentación era astuta y divertida.

    En el fútbol, según él, el público ve representada una sociedad modelo, a la que gobiernan leyes claras y sencillas, que todos comprenden y acatan y que, al violarlas, entrañan para el culpable castigo inmediato. Además de justa, una cancha de fútbol es un espacio igualitario, que excluye todo favoritismo o privilegio. Aquí, en este césped marcado por la tiza, cada cual vale por lo que es, por su destreza, empeño, ingenio y eficacia. Ni el apellido ni el dinero ni las influencias cuentan lo más mínimo para meter goles y merecer los aplausos o silbidos de las tribunas. El jugador de fútbol, por otra parte, ejercita la única forma de libertad que la sociedad puede ofrecer a sus integrantes, so pena de desintegrarse: la de hacer todo lo que quieran que no esté explícitamente prohibido por unas reglas que todos aprueban.

    Esto es lo que, en el fondo, provocaría el fervor de esas multitudes que, a lo ancho y a lo largo del mundo, se vuelcan a los estadios, siguen hipnóticamente los partidos en la televisión y discuten y se dan de trompadas por sus ídolos futbolísticos: la secreta envidia, la inconsciente nostalgia de un mundo que, a diferencia de aquel en el que viven, roído por las desigualdades, la injusticia, la corrupción, presa de la ilegalidad y la violencia, es un mundo de convivencia, de imperio de la ley, y equitativo.

    ¿Será cierta esta bella teoría? Ojalá lo fuera, pues no hay duda de que es seductora, y que nada sería más positivo para el futuro de la humanidad que en los fondos distintos de la multitud anidaran estos civilizados apetitos. Pero lo probable es que, como ocurre siempre, la realidad rebase la teoría y la deje trunca. Porque las teorías son siempre racionales, lógicas, intelectuales y en los fenómenos sociales, como en los individuales, la intervención de la sinrazón, del inconsciente y la pura espontaneidad es siempre tan inevitable como inconmensurable.

    Garabateo estas líneas en una butaca del Camp Nou, momentos antes del partido Argentina-Bélgica que inaugura este mundial. Los signos son favorables: sol radiante, un cielo limpio, una impresionante muchedumbre multicolor, en la que ondean banderas españolas, catalanas, argentinas y alguna que otra belga, un ruidoso fuego de artificio, una atmósfera festiva, que sigue con aplausos el espectáculo gimnástico y folclórico que sirve de entremés al partido (y que tiene mucha más calidad de la que suelen tener estas exhibiciones).

    Desde luego que este es un mundo bastante más simpático y agradable que el otro, el que se ha quedado detrás de las tribunas del Camp Nou y de esta gente que jalea las danzas y las figuras que hacen decenas de muchachos sobre el césped, como esas del Atlántico Sur y del Líbano a las que el mundial ha relegado a un segundo plano en la atención de millones de aficionados que, en el mundo entero, en las dos horas siguientes, vivirán como quienes ocupan estas tribunas, pendientes únicamente de los pases y disparos de estos 22 jugadores argentinos y belgas que abren el mundial.

    Acaso la explicación de este prodigioso fenómeno contemporáneo, la pasión por el fútbol –un deporte elevado a la categoría de religión laica– , sea en realidad bastante menos complicada de lo que suponen los sociólogos y psicólogos que tratan de interpretarla y consista simplemente en que el fútbol ofrece a las gentes algo que apenas tienen: una ocasión de divertirse, de entretenerse, de entusiasmarse, de exaltarse, de vivir unas emociones intensas que la rutina cotidiana rara vez les depara. Querer entretenerse, divertirse, pasar un rato agradable, es la más legítima de las aspiraciones, un derecho tan válido como el de querer comer y trabajar. Por razones múltiples y seguramente complejas, el fútbol ha venido a cumplir en el mundo de hoy esta función con más éxito y universalidad que cualquier otro deporte. A quienes el fútbol nos gusta y nos da placer no nos sorprende en absoluto la jerarquía que ha alcanzado entre los entretenimientos colectivos, pero hay muchos que no lo entienden y además lo deploran y critican.

    El fenómeno les parece lamentable porque, dicen, el fútbol enajena y empobrece intelectualmente a la multitud, distrayéndola de los asuntos importantes. Quienes piensan así olvidan que divertirse es un asunto importante. Olvidan también que lo característico de una diversión, por intensa y absorbente que sea, y un buen partido lo es en grado sumo, es ser efímera, intrascendente, inocua, una experiencia en la que el efecto desaparece al mismo tiempo que la causa.

    El deporte, para quien disfruta de él, es amor a la forma, un espectáculo que no trasciende lo corporal, lo sensorial y la emoción instantánea que, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo con un libro o un drama, apenas deja huella en la memoria y no afecta para nada el conocimiento, ni para enriquecerlo ni para deteriorarlo. En eso está su encanto: en ser emocionante y vacío. Por eso pueden gozar del fútbol, por igual, el inteligente y el tonto, el culto y el inculto. Ahora basta, ha llegado el rey, han salido los equipos, se ha declarado inaugurado el mundial, el partido comienza. Basta de escribir. Vamos a divertirnos un poco.

    DERROTA ARGENTINA
    Un debut con sorpresa
    Vargas Llosa escribió estas líneas antes del partido que Argentina perdería ante Bélgica por 1-0 en España 82. Era el equipo de Maradona: un campeón que no pudo repetir.

      socio de la U

      Mario Vargas Llosa será nombrado socio 'honoris causa' de la 'U'

      La entrega de este reconocimiento se realizará en la presentación del primer equipo en el mes de enero

      Sábado 27 de noviembre de 2010 - 10:05 pm
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      Por fin. Luego de muchas idas y vueltas se formalizó la decisión de Universitario de Deportes de convertir al ganador del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en socio 'honoris causa' del club merengue.

      Como se recuerda, antes de que ganara el premio Nobel, la directiva anterior manifestó su intención de otorgarle una distinción de este tipo al escritor. Sin embargo, los problemas políticos del club terminaron truncando esta posibilidad.

      Los socios del club decidieron en la asamblea de hoy convertir en socio al hincha más prominente de Universitario y la ceremonia de entrega de este reconocimiento se hará en la presentación del primer equipo, en enero, aprovechando que el escribidor se encontrará en nuestro país.

      Como se recuerda, la Junta Transitoria había insistido en que este reconocimiento también serviría para que algún equipo grande de Europa llegue al país para jugar con los merengues.

        Vargas Llosa y el futbol

        Narradores de Fox Sports elogiaron a Mario Vargas Llosa en pleno partido del Real Madrid

        Fernando Niembro mencionó al premio Nobel de Literatura y calificó de "imperdible" el último libre del escritor: 'El sueño del celta'

        Miércoles 24 de noviembre de 2010 - 10:56 am 11 comentarios
        Fotos: Reuters / Video: Fox Sports

        Mario Vargas Llosa es un apasionado hincha del fútbol y de Universitario de Deportes. Y es obvio que los comentaristas deportivos deben ser hinchas suyos. Al menos así lo dejó patente Fernando Niembro, de Fox Sports, que recordó al escribidor en plena transmisión del partido que el Real Madrid ganó 4-0.

        "Hablando de colonias y de esas historias que tenían que ver con siglos pasados, imperdible el libro de Mario Vargas Llosa, 'El sueño del celta', el último libro, que habla de este tipo de situaciones que ocurrieron en el Congo Belga y en el Amazonas. El último libro del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa".

          lunes, 1 de noviembre de 2010

          La explicacion del conquistador

          Claudio Pizarro explica por qué no hace goles en la selección

          El delantero peruano, que no será convocado para el amistoso ante Colombia, quiere seguir rompiendo récords en la Bundesliga

          Domingo 31 de octubre de 2010 - 11:06 am 37 comentarios
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          La semana pasada, Claudio Pizarro se convirtió en el máximo artillero extranjero de la Bundesliga. Ayer, 'Pizza' anotó su gol número 100 con la camiseta del Werder Bremen. La capacidad goleadora que ha mostrado el 'Bombardero de los Andes' en Alemania, no lo ha podido reeditar con la camiseta de la selección peruana. Todos se preguntan por qué. Y el delantero peruano no la excepción.

          Pizarro Bossio confesó a la Deutsche Welle que se hizo la misma pregunta varias veces y que encontró una respuesta para su sequía con la rojiblanca.

          "No crean que ese tema no me preocupa, al contrario. Yo llevo mucho tiempo dándole vueltas a ese asunto y es algo que yo mismo no entiendo pero para lo cual -pese a lo complicado de la situación- creo haber encontrado una explicación que es simple: yo aquí en Bremen juego en un grupo al que veo todos los días y con el cual nos comprendemos de maravilla y cuando voy a la selección entreno solo dos días con el equipo y es muy difícil aprender movimientos en tan corto tiempo", dijo el atacante.

          El atacante peruano, que no estará en el próximo amistoso de la rojiblanca, prosiguió con su explicación: "Yo no soy un delantero de esos que aprovecha las ocasiones solo, yo dependo del trabajo colectivo y mis goles son el resultado de jugadas en conjunto. Claro que me he dado cuenta que para mí a veces es más duro hacer goles en la selección y mucha gente espera que yo solucione las situaciones solo, que resuelva partidos en solitario, pero yo no soy ese tipo de jugador".

          Claudio reiteró que su sueño es clasificar al Mundial Brasil 2014 con la selección peruana. "Ir al Mundial sigue siendo un sueño mío, un sueño de todo el país que quiero hacer realidad, ese es mi siguiente gran objetivo", agregó.

          SIGUEN LOS RETOS
          El 'Bombardero de los Andes' también reveló que su próximo objetivo en el fútbol alemán es ingresar al 'Top ten' de los goleadores de la Bundesliga. "Actualmente soy el mejor de los extranjeros pero estoy en el puesto 17; 28 goles más y alcanzo la posición 10", indicó "Pizza", que espera alcanzar el récord del futbolista extranjero con más partidos en la Bundesliga que ostenta Serguei Barbarez con 330 antes de su retiro. Pizarro tiene 288.